Cómo hacerte las preguntas correctas

Todos los días nos hacemos preguntas, desde las más sencillas como ¿qué ropa debo usar hoy? ¿que voy a desayunar? ¿me levanto o duermo 5 minutos más? hasta más complicadas como pueden ser ¿sigo insistiendo o me doy por vencida?, ¿me arriesgo a decir lo que pienso o mejor me quedo callada?, incluso pueden ser preguntas más trascendentales como : ¿renuncio a mi trabajo o continúo aunque no esté nada contenta?, ¿termino esta relación o me aguanto porque me aterra estar sola?

Incluso hay preguntas que nos hacemos para desvalorizarnos: ¿cómo puedo ser tonta y no hacer las cosas bien?, ¿que hay de malo en mi que hace que no pueda encontrar una persona que me ame?, ¿por qué soy tan infeliz?, ¿por qué los demás se aprovechan de mi?. Estas son las más peligrosas porque invariablemente tu cabeza te dará las respuestas para reafirmar los pensamientos negativos que tienes sobre tí misma, te creerás que son ciertas tus respuestas y todo lo que te pase no hará más que confirmarte que eres una persona que no puede hacer nada bien o que eres una persona que no vale la pena amar.

Cuando nos enfrentamos a una situación en donde tenemos que solucionar o encontrar una respuesta, hay un método de tres pasos que pueden facilitar el proceso de solución, si deseas encontrar una nueva respuesta entonces tienes que hacerte nuevas preguntas y lo más importante del proceso es que esas preguntas sean las correctas. Este proceso lo puedes aplicar para cualquier ámbito de tu vida: profesional, personal y familiar.

Este método se basa en el libro “Las preguntas son la respuesta” de Hal Gregersen y estos son los pasos que sugiere:

PASO 1: Prepara el escenario

Elige una situación o problema que te interesa profundamente solucionar.  Quizás te están ofreciendo un nuevo trabajo en otra ciudad y aunque te interesa seguir creciendo profesionalmente el cambio implica grandes sacrificios personales. Otro ejemplo puede ser tomar la decisión de despedir o dar una nueva oportunidad a aquel miembro de tu equipo que no ha estado a la altura de tus expectativas.

Luego, invita a un grupo pequeño para que te ayude a solucionar esa situación desde diferentes perspectivas. Involucrar a otros en el proceso proporciona una base de conocimientos más amplia y ayuda a mantener una mentalidad constructiva. Incluye a dos o tres personas que sean muy diferentes a ti en términos de su comprensión interna del problema.  Es posible que generen preguntas convincentes que tu no te harías porque ven la situación objetivamente desde fuera y no tienen ningún lazo emocional con la solución.

Una vez reunidos, tómate un par de minutos para exponer el problema y no trates de influenciarlos con tu sentir acerca de la situación, mientras más objetivamente cuentes el problema mejor será la generación de preguntas.

Antes de lanzarte a la generación de preguntas, pide a las personas que solamente contribuyan con preguntas, si sugieren alguna solución no serán escuchados, las preguntas deben ser cortas, claras y concisas, si se tiene que explicar con un contexto la pregunta entonces no será útil.

Ahora, haz un chequeo rápido de emociones. ¿Tus sentimientos sobre el desafío son positivos, neutrales o negativos? Anota tu estado de ánimo inicial. Lo volverás a hacer cuando termine la sesión.

PASO 2: Genera las preguntas

Establece un cronómetro y dedica cuatro minutos a una lluvia de ideas colectiva sobre preguntas sorprendentes y provocadoras sobre la situación en específico.  No se permite ningún rechazo de las contribuciones de otros. Escribe cada pregunta palabra por palabra.

Una vez que termine el tiempo, haz otro chequeo rápido de emociones. ¿Es más positivo que antes el desafío? Si no es así, intenta volver a ejecutar el ejercicio. O inténtalo de nuevo mañana. O pruébalo con diferentes personas. Recuerda que este ejercicio no solo genera preguntas nuevas y valiosas, sino que también proporciona un impulso de emoción positiva el 85% del tiempo, lo que aumenta las probabilidades de que avances.

PASO 3: Selecciona las preguntas

Por tu cuenta, estudia las preguntas que anotaste. Selecciona algunos que te intriguen y te parezcan diferentes de cómo has estado haciendo las cosas. Algunos criterios pueden ayudar a considerar cada pregunta: ¿Es una que no te hayas preguntado antes? ¿Es una para la que honestamente no tienes una buena respuesta? ¿Es una que evoca una respuesta emocional, positiva o negativa? En otras palabras, somete las preguntas a una prueba de honestidad y una prueba de intuición.

Finalmente, comprométete con la búsqueda de al menos un nuevo camino que hayas vislumbrado, y hazlo con la clara intención de encontrar la mejor respuesta para ti.  Deja de lado las consideraciones de lo que podría ser más cómodo de concluir o más fácil de implementar y, en cambio, concéntrate en lo que se necesitará para resolver el problema. Diseña un plan de acción a corto plazo: ¿Qué acciones concretas tomarás personalmente en las próximas tres semanas para encontrar posibles soluciones sugeridas por tus nuevas preguntas?

Este ejercicio ayuda a las personas a ganar energía, replantear problemas y descubrir nuevas soluciones para lograr resultados poderosos y positivos, porque crea constantemente las condiciones especiales en las que las preguntas catalizadoras pueden prosperar. Y eso marca la diferencia.

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