Los cincos hechos de la vida que no podemos cambiar y la felicidad que encontramos al aceptarlo
Este es el título del libro que recientemente leí y que me ayudó a cambiar mi perspectiva sobre diferentes experiencias de la vida que son inevitables y que al aceptarlos se sufre mucho menos. El autor es David Richo y si tienes la oportunidad de leerlo completo no dudes en hacerlo, tiene muchas enseñanzas valiosas para cualquier etapa de la vida en la que te encuentres hoy.
Todos los hechos de la vida le pueden pasar a cualquiera, tendemos a pensar que si somos buenas personas, no le hacemos daño a los demás, trabajamos mucho, amamos a nuestra familia y tratamos de hacer el bien, nunca nos pasará nada malo. Todas las experiencias de vida que te escribo a continuación son parte de nuestra evolución y crecimiento como seres humanos, es inevitable que vivamos uno o los cinco a lo largo de nuestra vida. El aceptar que cualquiera de nosotros podemos estar expuestos a vivirlo es el primer paso y el más importante. Cuando aceptas es más fácil sobrellevarlo en lugar de aferrarte a la pregunta : ¿Por qué me pasa esto a mi?
La frase: “aceptar las cosas que no podemos cambiar”, nos hace pensar que debemos aceptarlas precisamente porque no podemos cambiarlas. En realidad, una vez que entendemos que las experiencias que vivimos y que no están en nuestras manos evitar, puede ser precisamente la enseñanza que necesitamos, y aceptar esa realidad es nuestra forma de participar en nuestra propia evolución
Los Cincos hechos de la vida que no podemos cambiar son:
1. Todo cambia y termina
Todo lo que nos rodea tiene un ciclo, un día inicia a las 12:00 de la mañana y finaliza a las 11:59 de la noche, el sol sale por la mañana y se mete al atardecer. Los seres humanos nacemos y morimos. Si estos son hechos de la vida y nos acostumbramos a vivir con ello, resulta contradictorio el no aceptar que la vida cambia y termina.
Nos aferramos a que todo sea igual y dejamos pasar la oportunidad que la vida nos ofrece para crecer y evolucionar con los cambios que son inevitables, un ejemplo de esto es: estás trabajando en un lugar con un equipo donde te sientes escuchado, valorado, todos se entienden perfectamente y de repente el equipo se desintegra, esto te provoca enojo, frustración y desánimo porque no sabes qué va a pasar contigo y cómo serán las nuevas personas con las que tengas que trabajar. Al aceptar que todo cambia y termina te abres a la oportunidad de soltar el control y aceptar las nuevas experiencias que la vida te tiene preparada, ¿qué pasaría si tus nuevos compañeros te ofrecen la oportunidad de retarte y aprender nuevas habilidades?, tal vez estabas tan acostumbrada a la forma de trabajar con tu equipo anterior que dejaste de aprender y te quedaste estancada, eso sí, muy cómoda y feliz pero al final de cuentas estancada.
El mejor regalo que recibes al aceptar este primer hecho de la vida es: Entender que todo cambia y termina es soltar el control, aceptar que todo tiene un ciclo y que los cambios son oportunidades que nos ofrece la vida para seguir evolucionando para ser la personas que estás destinada a ser.
2. Las cosas no siempre resultan de acuerdo a lo planeado
Nuestra naturalez humana hace que nuestra reacción cuando algo no sale de acuerdo a nuestros planes es enojo que puede rayar en la rabia, miedo y culpa. Todas estas emociones las genera nuestro gran ego que nos insiste que todo tiene que ser a nuestra manera y esta reacción lo único que nos provoca es más sufrimiento.
Un ejemplo de este hecho de la vida es cuando te casas, planeas vivir el resto de tu vida con tu pareja y te enfrentas a un divorcio que rompe con tu ilusión de “hasta que la muerte los separe”. Para sobrellevar esta experiencia debemos practicar la humildad. El ser humilde no significa humillarnos o ser modestos. La humildad es la virtud de sintonizarnos con la realidad que nos toca vivir en ese momento. Humildad significa decir SÍ a las condiciones que hacen la vida difícil pero al mismo tiempo tan emocionante. Esta virtud también nos ayuda cuando nos sentimos impotentes para hacer que las cosas vuelvan a ser como antes, cuando una relación termina porque la otra persona ya no quiere estar con nosotros nos sentimos incapaces para hacer que nos siga amando, la humildad nos permite aceptar la realidad tal como es.
Cuando las cosas no siempre suceden de acuerdo a nuestros planes evocamos la SINCRONICIDAD, la cual se revela muchas veces en coincidencias. El decir SÍ a este segundo hecho de la vida significa confiar en que la vida tiene un plan para cada uno de nosotros y que los sucesos se van a ir desplegando en nuestra vida en el momento exacto para crecer y ser las personas que estamos destinados a ser.
3. La vida no siempre es justa
La vida no siempre es justa y tampoco las personas lo son. Algunas veces hacemos lo correcto y terminamos perdiendo, otras veces la gente es amable con nosotros y nos aprovechamos de ellos, o tal vez actuamos con buenas intenciones hacia los demás y nuestros esfuerzos no son apreciados o mal interpretados.
El tercer hecho de la vida reta nuestra habilidad de sobrellevar el sufrimiento de una pérdida por una injusticia hacia nuestra persona y también nos desafía a no desquitarnos con la persona que nos ha hecho daño. Ambos retos nos lleva a dar un SÏ incondicional a la ley inalterable de que las cosas no siempre son justas: alguna veces se gana y otras veces se pierde.
Para poder afrontar este tercer hecho de la vida, necesitamos enfrentar con compasión el sufrimiento que nos provoca alguna pérdida, comprometernos a actuar con compasión hacia los demás especialmente cuando nos han hecho algún daño. Compasión no significa que seamos víctimas de algún abuso, significa permitirnos ser vulnerables para aceptar que nos han lastimado y ser lo suficientemente fuertes para no tomar represalias.
La vida no siempre es justa pero eso no significa que no hagamos nada ante una injusticia, este hecho de la vida nos da la oportunidad de aprender a actuar con justicia y evitar voltear a otro lado cuando somos testigos de una injusticia.
4. El dolor es parte de la vida
Un hecho de la vida es que hay un precio que pagar para lograr cualquier cosa, y el sufrimiento es parte de ese precio. Hay que entender que el dolor no es castigo y el placer no es recompensa. Simplemente son elementos que existen en la vida de cualquier persona.
Todos experimentamos dolor en varios momentos de nuestra vida, es parte natural de nuestra existencia. No ser capaz de aceptar el dolor de una pérdida, de un revés en la vida, una injusticia o cualquier otra experiencia es una forma de discapacidad. El dolor se convierte en sufrimiento cuando rechazamos esas experiencias dolorosas o nos aferramos a revivirlas en nuestra mente una y otra vez. Si en ese evento doloroso le agregamos las capas de nuestro ego: miedo, culpa, vergüenza, aferrarse a un resultado, queja u obsesión, solo hacemos que el sufrimiento empeore.
Las cosas suceden para revelar la verdad que la vida nos quiere mostrar, una verdad que a veces tratamos a toda costa de evadir o revertir, y también es un hecho que no entendemos porqué ciertas cosas pasan. Parte de nuestro crecimiento como seres humanos es aprender a manejar todo lo que la vida nos ponga enfrente y el dolor es un gran maestro.
Cuando pasamos por experiencias dolorosas somos capaces de ser empáticos con la gente que sufre y ofrecer nuestra experiencia para ayudarlos a sobrellevar su dolor. Y ese es el gran regalo que nos ofrece este cuarto hecho de la vida.
5. La gente no siempre te va a amar y te será leal
Algunas personas actúan deshonestamente, algunos mienten, otros son hipócritas. Parte de nuestro crecimiento es darse cuenta de este tipo de comportamientos y no desquitarnos con ellos.
En nuestra vida nos encontraremos con gente que nos amará, otros que nos traicionarán, algunos cuidarán de nosotros para no lastimarnos y otros que intencionalmente nos querrán hacer algún daño. Aceptar esta variedad de comportamientos hacia nosotros como un hecho de la vida hace que aprendamos a no medir nuestro valor como seres humanos en función de cómo nos traten los demás. Ningún ser humano es siempre amado o tratado con respeto por los demás. Absolutamente todos en algún momento de nuestra vida estaremos expuestos a que no nos amen o que no nos sean leales.
La forma cómo nos traten los demás tiene que ver más con ellos que con nosotros, una persona que es infeliz hará lo que sea para que los demás también sean infelices. No podemos controlar la forma en que nos traten, pero sí podemos cuidar la forma en la que nosotros nos comportamos con los demás.
La palabra SÍ a estos cinco hechos de la vida nos libera del sufrimiento autoimpuesto cuando tememos enfrentar estos hechos. Decir SÍ es confiar y curar nuestro miedo, esto es porque confiamos en que cualquier cosa que nos pase en la vida es parte de nuestra historia y es útil para nuestro crecimiento. Nuestro SÍ a estas condiciones de la vida significa fluir con ellas en lugar de luchar contra ellas y querer controlar cada hecho de nuestro existencia.
Cuando las cosas cambian y terminan, confiamos más en el ciclo de la vida y lo vemos como los pasos necesarios para nuestro crecimiento y evolución. El decir sí alivia nuestro sufrimiento y nos libera de aferrarnos a todo.
Cuando las cosas no suceden de acuerdo a nuestros planes, hacemos crecer nuestro potencial de confiar en el poder que existe más allá de nuestro ego. El ego siempre tratará de que las cosas salgan de acuerdo a sus planes. Decir sí a este hecho de la vida nos libera del sufrimiento y de la obsesión de tener todo bajo control.
Cuando las cosas no son justas, evocamos nuestro potencial de actuar con justicia sin importar nada. Esto significa confiar en el poder más allá del ego, con toda su insistencia de desquitarse. Decir sí a este hecho de la vida nos libera del sufrimiento que vivimos cuando queremos vengarnos y les guardamos rencor.
Cuando el dolor entra a nuestra vida, activamos nuestro potencial para enfrentarlo sin quejarnos, y nos volvemos compasivos con la gente que sufre. El sí a este hecho de la vida nos libera del sufrimiento de lamentarse inútilmente.
Cuando la gente no nos ama o no es leal con nosotros, invocamos nuestro potencial de amar incondicionalmente. El sí a este hecho de la vida nos libera del sufrimiento derivado de nuestra necesidad de lastimar o desquitarnos de aquellos que nos han decepcionado.