Cómo crecen las mujeres. Rompe los 12 hábitos que te detienen para conseguir tu próximo ascenso, promoción o trabajo
Hábito 10. Demasiado
Como mujer, muy probablemente te has visto en la situación de no demostrar tus emociones sobre todo en el ámbito profesional cuando estás rodeada por colegas en su mayoría hombres. Esto lo haces para tratar de encajar en la cultura de la organización o quizá porque has recibido retroalimentación de tus superiores donde te han dicho que eres “demasiado emocional o demasiado intensa”.
Por el contrario, tener que reprimir constantemente tus emociones puede hacerte sentir extraña, falsa y estricta, drenando la energía que necesitas para trabajar a tu máxima capacidad. El cuidado excesivo de tus emociones disminuye tu energía e inhabilita tu habilidad para ser tu mejor versión, puede matar tu espontaneidad y arruinar tu habilidad para causar impacto.
Reprimir lo que sientes también disminuye tu capacidad de inspirar confianza, tus colegas pueden interpretar que al ser reacia a mostrar lo que realmente sientes, es que estás ocultando algo. Podrían preguntarse qué pasa contigo y porque no puedes ser auténtica. Ellos desconocen que las críticas que has recibido en el pasado hace que dudes de mostrar tus emociones.
El “demasiado o no es suficiente” es realmente confuso, ya que está mal si lo haces y también está mal si no lo haces, y mientras más creces en tu profesión se vuelve más problemático diferenciar esa delgada de línea entre esos dos extremos. El rango emocional de las mujeres no solamente está relacionado con ser vulnerable, a veces recibimos retroalimentación sobre no ser “demasiado entusiastas”, cuando realmente queremos apoyar alguna idea o a alguna persona les damos nuestro respaldo incondicional y esto puede ser malinterpretado.
Demasiada EMOCIÓN.
Cuando reaccionamos con enojo por una determinada situación profesional tendemos a traducir ese enojo en emociones como ansiedad, frustración, resentimiento o miedo. Al expresar el enojo de esta forma somos catalogadas como volátiles o “muy emocionales”.
Por supuesto que expresar nuestras emociones no tiene nada de malo. No hay una buena o mala emoción, cada una de ellas tiene un enorme valor, nos proveen de información útil acerca de la situación en la que nos encontramos, son la fuente de la intuición y el primer recurso de nuestra energía y pasión. Las emociones nos sacan de la cama cada día y nos mantienen en el camino para lograr nuestros objetivos.
Por eso es de suma importancia reconocer qué sentimiento o emoción estamos sintiendo y qué circunstancias las desencadenan. Sin embargo, hablar mientras se está sintiendo una emoción fuerte no es buena idea, tu percepción de quien tiene la culpa de lo que pasa se puede distorsionar, puedes salirte de control y perjudicar las relaciones con las personas que te rodean en ese momento, y por supuesto no podrás controlar tu reacción de una forma que sea ventajosa para ti.
En resumen, saber e identificar tus emociones te de poder, reaccionar a lo que sientes desgasta tu energía.
Demasiadas PALABRAS.
Algunas investigaciones demuestran que las mujeres hablan en promedio 20,000 palabras al día, mientras que los hombres hablan alrededor de 7,000. Es muy natural que nos cuesta trabajo llegar al punto, solemos dar más explicaciones de la que nos piden. Este exceso de habla puede ser causado por la inseguridad, pero la mayoría de las veces es un hábito contraproducente de una de nuestras fortalezas: establecer relaciones cercanas y tener un genuino interés por las demás personas . El reto es comunicarnos más efectivamente manteniendo esas fortalezas que nos caracteriza.
Si queremos que se nos tome en cuenta cuando hablamos debemos aprender a ser más concisas, hablar con menos palabras y transmitir lo que queremos decir sin tantos rodeos. Y tener esta habilidad requiere de preparación, uno de los consejos para lograr ser concisa es: piensa por adelantado qué es lo más importante que debes decir. El error más común que cometemos es pensar que mientras más explicaciones demos, mejor aceptarán nuestros argumentos, y sucede todo lo contrario, cuando se habla demasiado se pierde el interés de los demás en tí.
Demasiada INFORMACIÓN.
Divulgar información de más es otra conducta que puede molestar a los demás en tu trabajo, socava tu capacidad de ser vista como una persona confiable y discreta, conductas muy deseables en los líderes hoy en día. Las mujeres que divulgan demasiada información lo hacen por una de las siguientes razones: piensan que para construir relaciones cercanas y de confianza hay que compartir mucho sobre ellas, o están convencidas que el ser auténtica depende de dar demasiados detalles.
Para nosotras, es común pensar que para construir relaciones de confianza debemos ser abiertas y compartir información como nuestros sueños, miedos, problemas e inseguridades. Por el contrario, los hombres raramente construyen relaciones de confianza hablando sobre detalles íntimos de sus vidas, ellos crean amistades haciendo actividades juntos y en su mayoría compitiendo ferozmente entre ellos.
Esta diferencia entre hombres y mujeres para conectar con los demás, generalmente ayuda a las mujeres a crear lazos más profundos con la gente que le rodea, tener esta confianza profunda con sus amistades hace que seamos más felices y por consiguiente vivamos más años que los hombres.
En el ambiente corporativo, el divulgar información personal puede jugar a tu favor o en tu contra. En los lugares donde los niveles jerárquicos más altos son ocupados por hombres, la cultura organizacional no se basa en las relaciones de confianza que hay entre los colaboradores, el decir cosas como: “no estoy segura” o “me siento sola en este trabajo”, disminuirá tu credibilidad como profesionista seria y confiable.
Sin embargo, en los lugares donde las mujeres ocupan los puestos más altos, hay más libertad para hablar sobre lo que una siente, pero aún así el revelar demasiada información personal aún representa terreno peligroso para ellas. El hábito de decir demasiado sobre una misma surge de la creencia de que hablar sobre los problemas y debilidades es el camino más corto para ser percibida como una persona auténtica.
La autenticidad en el ámbito profesional ha cobrado fuerza en los últimos años, ahora se habla acerca de la importancia de ser realmente tú misma. La idea de ser real libera tu creatividad, conectas más profundamente con tus colegas y te sientes sumamente comprometida con tu trabajo. Ciertamente hay algo de verdad en esto, y pretender ser alguien más no es el camino para seguir creciendo. Pero el énfasis en al autenticidad puede ser una trampa, sobre todo para las mujeres, quienes se pueden sentir motivadas para dejar a un lado sus cualidades profesionales y de discreción con el objetivo de ser completamente auténticas.